domingo, 26 de agosto de 2012

¡La última!


¡Chicas!

Aquí va la última de las cartas que una religiosa tan sabiamente escribe a las madres aconsejándolas sobre la correcta educación de los niños.
Espero que las hayan aprovechado.
Si me preguntan, luego de leerlas, me quedo contemplando el amor de benevolencia, con el que Ntro.  Señor, nos envuelve.

¡A leer, nomas! 
¡Nos estamos viendo!

"CARTA A LAS MAMÁS SOBRE EDUCACIÓN

(4ª)
(Marzo 2006)


Estimada señora,

Sigamos hablando de ese amor-caridad. Si persisto en explicarle lo que es el amor-caridad, es por la razón de que hoy en día este amor es mal comprendido. Es, en mi opinión, la causa principal de los efectos negativos de la educación actual. Nuestra sociedad, después de la Revolución (Francesa. N.d.T.), está imbuida por la exaltación del hombre a todos los niveles. Por ese hecho, raros son aquellos que saben lo que es el verdadero amor que Nuestro Señor ha venido a enseñarnos. Nosotros mismos lo hemos quizás olvidado u otros nos lo han hecho olvidar. Este amor se ha transformado en amor de “sí” y muchos actúan como si dijesen: “yo primero”. He ahí un amor que conviene denominar más bien “egoísmo”. Un ejemplo: ¿no es cierto que se ve a veces una mamá que para estar tranquila y “tener paz”, deja habitualmente a su hijo delante del televisor, “porque allí se porta bien”? ¿Conoce usted todos los daños de la televisión? Le hablaré de eso más adelante.
Sepa sin embargo, que para tener “vuestra” tranquilidad, le dais a vuestro hijo un “producto” que le es extremadamente nefasto, tanto para su inteligencia como para su corazón. Esa forma de amor por el hijo es entonces un aspecto del egoísmo. ¿Lo sabía usted? De esa manera usted no lo ama por él sino por usted. Sepa que el niño siente todo y se resiente de vuestro amor, o de vuestro “egoísmo” en este amor, aún si no lo sabe definir. Más tarde se comportará del mismo modo ante usted y ante su entorno. No sabrá sacrificar su placer para obedecerle, en la misma medida en que usted misma no lo hizo por él, delante de él, y haciendo así no se lo habrá enseñado.
Un médico escribió: “Raros son los niños que sienten que se los ama verdaderamente y que se ocupan de ellos sinceramente. Allí está la causa principal de esas terribles crisis personales de su adolescencia”. En el ejemplo citado más arriba, el niño ve bien que la mamá se ha desembarazdo de él poniéndolo delante de la televisión. ¿Percibió él su amor y la atención a sus necesidades? Quizás quería abrirse a ella, expresarse. Sin embargo captó el mensaje de egoismo. Más tarde se comportará del mismo modo, cuando su mamá le pedirá un servicio. Y entonces habrá quejas de nuestros hijos desobedientes.

Estoy asombrada de constatar cuanto la generosidad del niño (y también de los jóvenes) se vuelve más y más rara, rarísima. Presta un servicio, no grtuitamente, por el amor de Dios o por agradar, sino por medio de una recompensa. ¿De donde viene eso? El corazón de sus padres y de sus educadores no le enseñó ese don gratuito que no espera un retorno, porque está hecho por Dios, por amor a Dios. El amor de Dios para nosotros es esencialmente gratuito. Y Él nos pide que amemos “como Él”
Como tenemos la costumbres de respirar el aire de esta sociedad anticristiana, la invito a respirar “el aire fresco” que viene de lo alto, de Dios, por intermedio de Santo Tomás de Aquino. En su escuela aprenderemos lo que es amar.

Naturaleza del amor -caridad

Santo Tomás distingue dos cases de amor:
-          el amor concupiscente: se trata de un amor para “sí”, un amor que se agrega las cosas a sí; puede tratarse de un bien (me gusta leer tal libro…), pero puede ser un peligro, pues el único término es el “yo”.
-          El amor que tiene su término en una persona: amo a tal persona por sí misma.
En este segundo caso hay que introducir una subdivisión:
-          la primera forma de este amor es lo que Santo Tomás llama un amor de benevolencia (benevoletiæ): amo a alguien como a la persona a quien quiero. Amar es querer a la persona que se ama. Un ejemplo: todo el amor de la mamá, mientras su hijo está aún en la cuna, parte de ella, cae sobre el niño, pero no hay todavía un retorno. El niño no empezó aún a sonreirle. Si una mamá ama a su hijo por él, ella no busca su propia gloria; todo lo que desea es el bien de su hijo. (¡Atención! El bien que hoy la sociedad nos da como el bien del niño, no lo es siempre para nuestro hijo, que queremos criar cristianamente. Es allí donde hay que poner mucha atención y juzgar las cosas a la luz de Dios)
-          la segunda forma de este amor es el amor de amistad. Es un amor mutuo, de modo que puede haber diálogo, comunicación y, por eso, se distingue del amor de benevolencia. Para que haya amor de amistad no basta que yo ame a alguien; es necesario al mismo tiempo que yo sea amado. Este amor él a mí y de mí a él es un vínculo y es ese vínculo que caracteriza al amor de amistad.

Dios que es “AMOR” nos amó así el primero.

Nos ama con amor benevolente: me ama mientras no dejo de ofenderlo, yo que soy un pecador… y Él viene a salvarme, por eso envió a Su Hijo… y es toda la obra de la Redención.
¡Que maravilla el amor de Dios por su criatura! Y quiere mi bien eterno, el de mi alma.
Eso no Le basta.
Nos ama con amor de amistad y eso es la Caridad. El amor de amistad de Dios, viniendo de Dios, está primero. Baja al alma, la invade el día de su bautismo. Dios vive entonces en el alma con las tres virtudes teologales que son la Fe, la esperanza y la Caridad. ¿Qué pide Dios en retorno de su gran don? Dios pide a su criatura ser amado por ella. Allí está el fundamento de toda la educación: debemos enseñar al niño a amar a Dios y a su prójimo ( es decir empezando por sus padres).
Pero, me dirá usted quizás, como enseñar a mi hijo lo que no se me dijo jamás y lo descubro solamente ahora? Nunca es demasiado tarde para hacerlo bien. Dios es Misericordioso y vendrá en su socorro si se lo pide humildemente. Pero es cierto que para enseñar a su hijo a amar con este amor de caridad es necesario que lo practique usted misma ese amor de caridad.
Comprenda bien que la obediencia no es nada si el niño no obedece por amor. Y si el niño ama verdaderamente, le será relativamente fácil obedecer. Si se dice que el amor decuplica las fuerzas, que decir si, a la base, lo que hace actuar es el amor del alma por Dios.

Es con este amor-caridad que Dios nos manda amarLo y amar a nuestro prójimo.

“allí está toda la Ley” dice Jesús (Mateo 22, 34-40).

San Vicente de Paul describe al cielo como a una verdadera familia, la familia de Dios, modelo de nuestras familias
“El paraíso de la tierra es como el del cielo, en la caridad. El paraíso no es otra cosa más que amor, unión y caridad. La felicidad principal de la vida eterna consiste en amar.
En el cielo, los bienaventurados están incesantemente ocupados en el amor. Por fin, nada es más de desear que vivir con los que se ama y con los que nos aman”.
Esto no parece tan evidente a causa de nuestro afecto al pecado
El amor que hay que tener, el único que es digno de un hijo de Dios y que produce una devoción sin límites y sin fin, es el amor cristiano. “El amor cristiano que está formado en nuestros corazones por la caridad, está no sólo por encima del amor por inclinación y del amor sensible, sino por encima del amor razonable. Este amor cristiano es un amor por el que se aman los unos a los otros en Dios, según Dios y por Dios. Es una amor que hace que se entre amen para el mismo fin para el que Dios ama a los hombres. Es este mismo amor que hace santos en este mundo y bienaventurados en el otro. El amor cristiano es el único amor razonable, porque tiene por principio y por fin la ley de Dios, es decir la razón por esencia. La gracia ama por el amor de Dios y tiene por fin ayudar a los se ama así, a alcanzar la santidad” (citas de San Vicente de Paul)

                                               Una religiosa

(continuará)"

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