¡Chicas!
Aquí va la última de las cartas que una religiosa tan sabiamente escribe a las madres aconsejándolas sobre la correcta educación de los niños.
Espero que las hayan aprovechado.
Si me preguntan, luego de leerlas, me quedo contemplando el amor de benevolencia, con el que Ntro. Señor, nos envuelve.
¡A leer, nomas!
¡Nos estamos viendo!
"CARTA A LAS MAMÁS SOBRE
EDUCACIÓN
(4ª)
(Marzo
2006)
Estimada señora,
Sigamos hablando de ese amor-caridad. Si persisto en explicarle lo que es el amor-caridad,
es por la razón de que hoy en día este amor es mal comprendido. Es, en mi
opinión, la causa principal de los efectos negativos de la educación actual.
Nuestra sociedad, después de la Revolución (Francesa. N.d.T.), está imbuida por
la exaltación del hombre a todos los niveles. Por ese hecho, raros son aquellos
que saben lo que es el verdadero amor que Nuestro Señor ha venido a enseñarnos.
Nosotros mismos lo hemos quizás olvidado u otros nos lo han hecho olvidar. Este
amor se ha transformado en amor de “sí” y muchos actúan como si dijesen: “yo
primero”. He ahí un amor que conviene denominar más bien “egoísmo”. Un ejemplo:
¿no es cierto que se ve a veces una mamá que para estar tranquila y “tener
paz”, deja habitualmente a su hijo delante del televisor, “porque allí se porta
bien”? ¿Conoce usted todos los daños de la televisión? Le hablaré de eso más adelante.
Sepa sin embargo, que para tener “vuestra”
tranquilidad, le dais a vuestro hijo un “producto” que le es extremadamente
nefasto, tanto para su inteligencia como para su corazón. Esa forma de amor por
el hijo es entonces un aspecto del egoísmo. ¿Lo sabía usted? De esa manera
usted no lo ama por él sino por usted. Sepa que el niño siente todo y se
resiente de vuestro amor, o de vuestro “egoísmo” en este amor, aún si no lo
sabe definir. Más tarde se comportará del mismo modo ante usted y ante su entorno.
No sabrá sacrificar su placer para obedecerle, en la misma medida en que usted
misma no lo hizo por él, delante de él, y haciendo así no se lo habrá enseñado.
Un médico escribió: “Raros son los niños que
sienten que se los ama verdaderamente y que se ocupan de ellos sinceramente.
Allí está la causa principal de esas terribles crisis personales de su
adolescencia”. En el ejemplo citado más arriba, el niño ve bien que la mamá se
ha desembarazdo de él poniéndolo delante de la televisión. ¿Percibió él su amor
y la atención a sus necesidades? Quizás quería abrirse a ella, expresarse. Sin
embargo captó el mensaje de egoismo. Más tarde se comportará del mismo modo,
cuando su mamá le pedirá un servicio. Y entonces habrá quejas de nuestros hijos
desobedientes.
Estoy asombrada de constatar cuanto la
generosidad del niño (y también de los jóvenes) se vuelve más y más rara,
rarísima. Presta un servicio, no grtuitamente, por el amor de Dios o por
agradar, sino por medio de una recompensa. ¿De donde viene eso? El corazón de
sus padres y de sus educadores no le enseñó ese don gratuito que no espera un
retorno, porque está hecho por Dios, por amor a Dios. El amor de Dios para
nosotros es esencialmente gratuito. Y Él nos pide que amemos “como Él”
Como tenemos la costumbres de respirar el aire
de esta sociedad anticristiana, la invito a respirar “el aire fresco” que viene
de lo alto, de Dios, por intermedio de Santo Tomás de Aquino. En su escuela
aprenderemos lo que es amar.
Naturaleza del amor -caridad
Santo Tomás
distingue dos cases de amor:
-
el amor concupiscente: se trata de un amor para “sí”, un amor que se agrega las cosas a sí;
puede tratarse de un bien (me gusta leer tal libro…), pero puede ser un
peligro, pues el único término es el “yo”.
-
El amor que tiene su término en
una persona: amo a tal persona por sí misma.
En este segundo caso hay que introducir una
subdivisión:
-
la primera forma de este amor es
lo que Santo Tomás llama un amor de benevolencia
(benevoletiæ): amo a alguien como a la persona a quien quiero. Amar es querer a
la persona que se ama. Un ejemplo: todo el amor de la mamá, mientras su hijo
está aún en la cuna, parte de ella, cae sobre el niño, pero no hay todavía un
retorno. El niño no empezó aún a sonreirle. Si una mamá ama a su hijo por él,
ella no busca su propia gloria; todo lo que desea es el bien de su hijo. (¡Atención! El bien que hoy la sociedad nos da
como el bien del niño, no lo es siempre para nuestro hijo, que queremos criar
cristianamente. Es allí donde hay que poner mucha atención y juzgar las cosas a
la luz de Dios)
-
la segunda forma de este amor es
el amor de amistad. Es un amor
mutuo, de modo que puede haber diálogo, comunicación y, por eso, se distingue
del amor de benevolencia. Para que haya amor de amistad no basta que yo ame a
alguien; es necesario al mismo tiempo que yo sea amado. Este amor él a mí y de
mí a él es un vínculo y es ese vínculo que caracteriza al amor de
amistad.
Dios que es “AMOR” nos amó así el primero.
Nos ama con amor benevolente: me ama
mientras no dejo de ofenderlo, yo que soy un pecador… y Él viene a salvarme,
por eso envió a Su Hijo… y es toda la obra de la Redención.
¡Que maravilla el amor de Dios por su
criatura! Y quiere mi bien eterno, el de mi alma.
Eso no Le basta.
Nos ama con amor de amistad y eso es la
Caridad. El amor de amistad de Dios, viniendo de Dios, está primero.
Baja al alma, la invade el día de su bautismo. Dios vive entonces en el alma
con las tres virtudes teologales que son la Fe, la esperanza y la Caridad. ¿Qué
pide Dios en retorno de su gran don? Dios pide a su criatura ser amado por
ella. Allí está el fundamento de toda la educación: debemos enseñar al niño
a amar a Dios y a su prójimo ( es decir empezando por sus padres).
Pero, me dirá usted quizás, como enseñar a mi
hijo lo que no se me dijo jamás y lo descubro solamente ahora? Nunca es
demasiado tarde para hacerlo bien. Dios es Misericordioso y vendrá en su
socorro si se lo pide humildemente. Pero es cierto que para enseñar a su
hijo a amar con este amor de caridad es necesario que lo practique usted misma
ese amor de caridad.
Comprenda bien que la obediencia no es nada si
el niño no obedece por amor. Y si el niño ama verdaderamente, le será
relativamente fácil obedecer. Si se dice que el amor decuplica las fuerzas,
que decir si, a la base, lo que hace actuar es el amor del alma por Dios.
Es con
este amor-caridad que Dios nos manda amarLo y amar a nuestro prójimo.
“allí está toda la Ley” dice Jesús (Mateo 22,
34-40).
San
Vicente de Paul describe al cielo como a una verdadera familia, la familia de
Dios, modelo de nuestras familias
“El paraíso de la tierra es como el del cielo,
en la caridad. El paraíso no es otra cosa más que amor, unión y caridad. La
felicidad principal de la vida eterna consiste en amar.
En el cielo, los bienaventurados están
incesantemente ocupados en el amor. Por fin, nada es más de desear que vivir
con los que se ama y con los que nos aman”.
Esto no parece tan evidente a causa de nuestro
afecto al pecado
El amor que hay que tener, el único que es
digno de un hijo de Dios y que produce una devoción sin límites y sin fin, es
el amor cristiano. “El amor cristiano que está formado en nuestros corazones
por la caridad, está no sólo por encima del amor por inclinación y del amor
sensible, sino por encima del amor razonable. Este amor cristiano es un amor
por el que se aman los unos a los otros en Dios, según Dios y por Dios. Es
una amor que hace que se entre amen para el mismo fin para el que Dios ama a
los hombres. Es este mismo amor que hace santos en este mundo y bienaventurados
en el otro. El amor cristiano es el único amor razonable, porque tiene por
principio y por fin la ley de Dios, es decir la razón por esencia. La gracia
ama por el amor de Dios y tiene por fin ayudar a los se ama así, a
alcanzar la santidad” (citas de San Vicente de Paul)
Una
religiosa
(continuará)"
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