sábado, 13 de julio de 2013

¿Qué hacer en las vacaciones?

¡Hey! Inauguré mis vacaciones formalmente la semana pasada, ¡Deo Gratias! 
Y comencé a retomar todas aquellas cosas que había dejado de lado durante la época de clases. 
Entre ellas, con los chicos de la Parroquia teníamos la intención  de hacer una caja con mantillas para dejar en la mesa de entrada del Templo, de manera que las mujeres que olvidaran las suyas pudieran cubrirse la cabeza durante la Santa Misa.
Bueno, así que luego de que un alma generosa (guiño, guiño) donara el encaje, que por cierto esta bastante caro, comencé y abandone rapidísimo por falta de tiempo. 
Redondeando, volví con el proyecto la semana pasada, esta es la primera.
No hace falta demasiado talento, basta paciencia, auqnue, es imprescindible un dedal, me pinché el dedo mil veces, (nota mental: comprar uno).

Aquí va el paso a paso.

Lo PRIMERO es conseguir los elementos et bonae voluntatis. 




Luego, hay que cortar un triángulo de 70 cm de base y 50 de cada lado. Debería quedarles mas o menos así.


Si superan el corte del triángulo, que es lo mas difícil lo que queda es una pavada. Cosemos las puntillas por los bordes, mas o menos como se ve abajo. Tal vez se les doblen hacia arriba como a mi, en ese caso, cuando terminan le pasan la plancha tibia y la dejan derecha.




Y... ¡¡¡listo!!! Aquí esta la mantilla sobre la "modelo", una amiga, que generosamente se prestó a mis locuras haciendo un recreo en medio de sus estudios antes de un examen. ¡¡¡Gracias!!! 



¡Nos vemos!
PD: En las fotos uso de mantel, el poncho de un amigo, porque mi mantel es blanco y no se notaba nada. ¡Gracias a él también!

viernes, 12 de julio de 2013

Les tengo una propuesta.

Estuve pensando en pedirles un favor a los lectores asiduos de este humilde blog. No se si se harán eco o no, yo  espero que si.

Hace unos días estaba leyendo mi libro de lectura espiritual antes de dormir y se me vino  a la mente aquella frase " el ejemplo arrastra" o algo similar.

Entonces se me ocurrió que seria bueno recopilar y luego publicar una breve historia de alguna "chica católica" que conozcan y luego, lo lleve a la oración, obviamente.
Es decir, tal vez en la Parroquia donde asisten o entre sus amigos haya una buena mujer  que sirva a Dios en las cosas de cada día y ustedes deseen contarnos que hace. 
Obviamente desde el anonimato. ¿Y porque ? Para proteger el fruto de sus buenas obras, para que sea Nuestro Señor el único que sepa quien es y solo ÉL la recompense. Pero a la vez nosotros nos veamos edificados con sus virtudes y con su ejemplo.

La cosa tendría mas o menos esta forma, 
"Soy fulanita o fulanito, y conozco a una "chica católica" en tal ciudad, de tal país . Ella es de tal manera y realiza tales actividades y  en todo vemos que sirve a Nuestro Señor, etc"

No es necesario que sea extenso, basta con la colaboración para conocer sus "pequeñas obras" hechas por amor a Dios.

Espero que les interese, espero vuestra colaboración al siguiente mail, chicacatolicacontacto@gmail.com

¡Nos vemos!


miércoles, 10 de julio de 2013

Moda inmodesta, minifalda.


¿Quién inventó la minifalda?
Fue una creación de los años sesenta, obra de la diseñadora inglesa Mary Quant, primero enseñando las rodillas de las féminas y poco después acortándose hasta prácticamente la mitad de los muslos. "Una mujer es tan joven como su rodilla" decía Mary Quant al hablar de la nueva falda, pronto convertida en un icono de Londres. 

El invento,presentado en un desfile el 10 de julio de 1964, le valió el título de Oficial de la Orden del Imperio Británico, otorgado por el palacio de Buckingham "por su contribución a las exportaciones inglesas". 

Quant abrió su primera tienda en la calle de Kong's Road de Londres, con el nombre de Bazaar. Además de inventar y comercializar la minifalda, promovió un arquetipo de mujer joven y delgada, creó diseños de medias estampadas y de pantalones de pata de elefante, así como de botas altas por encima de las rodillas. Y apostó por las mallas de colores, los jerséis acanalados y ceñidos, y los cinturones caídos.



Terrible, ¿no?  
¿Para que agregar mas?

¡Nos vemos!


Mi respuesta.

Me han acercado este comentario realizado en el tan estimado blog Página Católica, publicado el día 9 de Julio pasado.

"Anónimo dijo...
Les voy a pedir un favor, si alguien puede hacerle llegar este comentario a chica católica pues no encuentro su correo electrónico.
Es con respecto a la última nota de su blog.
La chica que escribe en una revista sobre la modestia me parece que está redireccionada de agradar a los jóvenes con ropa ajsutada al cuerpo a agradar a los mísmos jóvenes pero con ropa mas decente; es decir que en el fondo no es agradar a Dios lo que busca sino a los jóvenes.
Habla mucho de la dignidad y se derrama en el artículo que más debería haber leído su director espiritual que haberlo publicado en una revista, con la que solo logró quedar desnuda ante los lectores, lo cual es falta de discreción. Al final se desnudó igual aunque se vista tan modesta y recatadamente. Desnudó su alma." 

Aquí va mi respuesta. Primero le agradezco al anónimo su opinión, es constructiva y a mi entender movida por un santo celo  por las almas. 
Entiendo la postura, al momento de publicar la nota yo he tenido el mismo parecer que  usted sobre la "motivación de la escritora" para orientar su exterior a la modestia en el vestir. Pero al instante pensé que la carta hacia palpable el como Dios nos usa a todos como "causas segundas", por decirlo en  palabras de Santo Tomás. 
Me explico. 
La joven que se atrevió a "desnudar el alma" contando su camino hacia la modestia nos deja ver como un buen hombre católico e integro, le ha demostrado  con su sola presencia que su vestir no era el correcto, orientándola hacia el Bien y la Belleza con mayúscula  
Eso me ha parecido un ejemplo edificante, no solo para las chicas católicas que luchan diariamente contra la inmodestia (y sabe Dios lo difícil que es) sino también para los varones, por eso lo he dedicado a mis amigos.  
Pues un buen varón,  uno santo, que camine rectamente hacia Dios, puede "cambiar" el alma de una mujer haciéndola fértil para que de frutos abundantes por amor a Dios. 
Esto sucede porque el hombre es cabeza natural de la mujer, así como Cristo lo es de la Santa Iglesia. Y eso la mujer lo reconoce naturalmente.
Me atrevo a decir, que la tierra ha sido el alma de esta chica la cual ha sido labrada por Nuestro Señor utilizando a uno de sus hijos como instrumento, ¿porqué cuestionar sus caminos?
Finalizando, sepa que no todas las mujeres han tenido madres o educadoras que las hayan formado en la modestia y que en cuanto al entorno mundano resulta realmente difícil apreciarlo sin una ayuda externa, una causa segunda...

Tal vez debí hacer esta aclaración al momento de publicar, pero me ha parecido que la nota se explicaba por si misma.

Le dejo un saludo,
¡Nos vemos!

martes, 2 de julio de 2013

Dedicada a mis amigos, santos varones católicos.

Encontré esta carta de casualidad y me encantó. Creo que a muchas de nosotras nos ayudará leerla para reafirmar la modestia diariamente, porque el mundo nos quiere tragar y somos débiles. 
Todas hemos pasado por circunstancias parecidas y es muy grato saber que pueden salir triunfantes las virtudes.
Como siempre voy a resaltar lo que, creo, es lo  mas importante. Ahora, me sorprendió una parte, (la pondré en rojo) ¡¡¡esa es la historia de mi vida!!!! Siempre he sido "casi la única"  entre un grupo de varones. 
A ellos les dedico esta entrada.
Bueno, ¡a leer!
¡Nos vemos!

Por qué la Modestia sí Importa
UNA JOVENCITA DESCUBRE LA BELLEZA DE LA MODESTIA
por Emily Pass
Soy una estudiante de diecisiete años de edad, de cuna católica y he sido educada en casa desde el cuarto grado. Sin embargo, al pensar en mi infancia, no tengo recuerdos de que mis padres hayan tenido que ser estrictos en cuanto a la cuestión de la modestia en mi manera de vestir. 
Habiendo sido educada en casa, rara vez necesité que me dijeran que encontrara algo menos entallado o menos revelador para vestir. Esto, lo atribuyo al hecho de que tuve la suerte de tener menos presión para vestir inmodestamente que la mayoría de las chicas de mi edad. 

Entre los doce y dieciséis años, mi principal vida social fuera de casa era mi equipo de natación, lo cual fue una experiencia interesante. En poco tiempo surgió un grupo de chicas con el que continuamente pasaba el
tiempo y que consideraba mis mejores amigas. Recuerdo que yo ya tenía una opinión sobre lo que era
indecente en aquel entonces y ya comenzaba a desarrollar la reputación de ser “la religiosa” entre mis
amigas y un poco la de mojigata. Yo era la chica que iba a las prácticas en pantalones vaqueros y una
camiseta grande y solía debatir con mis amigas sobre por qué los bikinis “no son tan geniales”.
Me viene a la memoria una amiga, cuando nos dijo al grupo de chicas en el vestidor que se iba de vacaciones y que no podía esperar llegar a la playa vistiendo su nuevo bikini. Cuando le pregunté por qué quería usar un bikini en vez de un traje de baño normal de una pieza, ella sonrió con picardía y dijo que el bikini atraería la atención de los chicos. Eso me puso a pensar. Entonces es por eso que las chicas nos vestimos así, ¿no es cierto? Para llamar la atención de los chicos. Si bien ocasionalmente solía discutir con mis amigas sobre la modestia, aun así tenía que luchar contra ella yo misma. La atmósfera de las personas en la alberca ejercía cierta presión en mis decisiones sobre cómo vestirme. De pronto me encontré usando tops un-poco-demasiado-ajustados y pantalones cortos un-poco-demasiado-cortos cuando sabía que iba a ver un tipo que me gustaría en ese tiempo, pero realmente nunca le dí mucha importancia al por qué. Yo sabía que vistiendo de esa manera me ayudaría a atraer la atención, pero ingenuamente nunca acabé de entender que un hombre ve el mundo desde una perspectiva totalmente diferente a como lo hace una chica. No sabía que un hombre sentiría probablemente cosas diferentes cuando veía a una chica atractiva a lo que le ocurre a una chica cuando ve a un chico atractivo. Ciertamente sabía que las chicas y los chicos veíamos las cosas de otra manera, pero simplemente no me daba cuenta de cuán diferente. Con toda honestidad, yo sólo quería
verme “linda”.

Así que todo ese tiempo, mientras crecía mi amor por el Señor, no fui lo suficientemente lista para darme cuenta que estaba siendo un poco farisaica al mismo tiempo que hipócrita. Mientras que en mi mente nunca me vestí tan atrevida como el resto de mis amigas con todo casi llegaba a sobrepasar los límites que yo misma me había impuesto tal como ellas lo hacían. Mi corazón no estaba puesto en el lugar correcto. Me vestía con modestia porque “era lo correcto” pero no por respeto a mi propia dignidad y por amor y respeto a la dignidad de los hombres que me verían.

Curiosamente, fue justamente un joven quien me hizo consciente del hecho que me faltaba el corazón de una mujer verdaderamente modesta. Lo conocí en una Conferencia de Steubenville, un retiro de una semana auspiciado por la Universidad Franciscana de Steubenville para estudiantes de preparatoria a nivel nacional. El primer día me aparecí  vistiendo una camiseta y unos pantalones cortos. Ahora los llamaría pantalones cortos demasiado cortos,pero en ese tiempo sentí que estaba vestida apropiadamente. Esto es, hasta que vi. a un joven en el grupo que era de mi ciudad, quien evidentemente amaba a Dios e inmediatamente me gustó. Naturalmente me di cuenta rápidamente de lo corto que eran mis shorts en realidad. Me percaté que este joven era el tipo de persona que probablemente no consideraría a una chica que no vestía con modestia un prospecto adecuado para ser su novia. Así que cambié mi táctica a algo que era totalmente contrario a lo que el mundo me había enseñado. Mostré menos mi cuerpo para llamar la atención de un hombre.
Y en efecto, comencé a interesarme en el tema de la castidad y la modestia mucho más que el reducido conocimiento que tenía de la Teología del Cuerpo. Escuché mucho de Jason Ebert, un conferencista sobre la castidad que habla particularmente a los jóvenes. Sus ideas tenían mucho sentido y me aclararon bastante lo que antes no había yo entendido sobre la modestia. Aprendí que vestir modestamente no es para ocultar nuestros cuerpos porque éstos son sucios, sino más bien velarlos porque son santos. Y mis nuevas tácticas para atraer hombres me dieron el valor para vestirme de una manera santa. 
Solía ir a mi armario con el joven que conocí en la Conferencia en mi mente y me preguntaba: “¿Le gustará a él que vista esta prenda?” Si la respuesta era no, porque no era lo suficientemente modesta, no me la ponía. Abordar así este tipo de decisiones me facilitó muchísimo dejar de vestir las prendas que casi sobre pasaban el límite.

El tema de la modestia pronto se convirtió en objeto de creciente interés para mí mientras escuchaba las conferencias de Jason Ebert por Internet y leía sus libros. Nunca le di demasiada importancia a cómo veía un joven a una chica hasta que Jason me lo explicó. Finalmente, aprendí que la manera cómo uno se viste envía un mensaje al mundo. Si alguien viste ropa deportiva, el mundo asumirá que es un atleta, y si alguien se viste de jeans, botas y sombrero vaquero, el mundo asumirá que se trata de una persona que vive en el campo. Si una chica se viste de manera que revela su cuerpo al mundo, el mundo asumirá que ésa es su mayor atracción. 
Por el contrario,si una chica vela su cuerpo y respeta su propia dignidad así como la dignidad de los demás, será más fácil para el mundo entender que hay mucho más detrás de esta chica que una colección de partes del cuerpo.

Alrededor de la Navidad del año pasado, descubrí una manera buenísima para explicar cómo una chica vestida con modestia sería de hecho más cautivadora que otra que revelara más de su cuerpo. Como dije, era la época de la Navidad y yo acababa de terminar de acomodar algunos regalos recién empacados debajo del árbol. No me tardé mucho en notar que algunos de éstos tenían mi nombre escrito. Naturalmente, los recogí uno por uno, los estudié, sacudiéndolos y volteándolos, tratando de adivinar qué contendrían. Me di cuenta que esa misma impresión y curiosidad causaría en los hombres una chica modestamente vestida. Sentí que los hombres que veían a una chica así, probablemente se sentirían atraídos hacia ella como a un regalo de Navidad empacado. Esto los inspiraría a estudiarla y a llegar a conocerla para descubrir que hay dentro de su corazón y no debajo de su ropa. Entonces me di cuenta que podía comparar la falta de modestia a un regalo sin envolver. Si bien hay una emoción inmediata cuando recibimos un regalo, el entusiasmo desaparece mucho más pronto cuando le quitas el misterio de lo que hay dentro.

Darme cuenta de esto me hizo evidente que una joven mujer que se viste con modestia invita a los hombres a apreciarla. Entender que las mujeres podemos ser cautivadoras para los hombres del mismo modo que cautiva un regalo debidamente empacado, de alguna manera fue halagador y me llevó a querer vestirme modestamente aun más. Esto también me llevó a descubrir con sorpresa que yo misma era realmente hermosa y cautivadora y que cualquier mujer lo era también. Pude verme a mí misma y a todas las demás mujeres como auténticamente hermosas, la joya de la corona de la creación de Dios. El concepto de modestia realmente consiste en tomar la belleza femenina y velarla, no ocultarla, lo cual en verdad atrae la atención a la belleza entera de la mujer llevando a los demás a honrar y respetar esa belleza. Esto permite a quienes la rodean, percibir la belleza de su mente, su alma y su corazón así como de su cuerpo y reconocer todo ello como algo sagrado. 

Por tanto, ahora me causa verdadera tristeza ver a una mujer vestida de manera atrevida, lo cual desafortunadamente sucede con demasiada frecuencia. Me siento triste porque en esa mujer hay mucho más, hay una belleza profunda y ella misma impide que sea vista.

Viví una experiencia sorprendente el pasado verano y creo que nunca hubiera ocurrido si yo no me hubiera vestido con modestia. Este verano tuve a un grupo de amistades de la iglesia con las que salía regularmente y todas ellas, excepto yo, eran hombres. Fue una hermosa experiencia poder andar con estos jóvenes y sentirme segura y respetada todo el tiempo, sin mencionar cuán honrada me sentí con su amistad. Sé que esto no hubiera sido posible si yo me hubiera vestido de manera atrevida. En tal caso, ellos no hubieran podido disfrutar auténticamente mi amistad y compañía, ya que la mitad de su mente hubiera estado distraída y hubiera estado tentados a pecar si yo no hubiese velado mi cuerpo. Mis acciones fueron respetuosas para ambos: para mí y para ellos. Vestirme con modestia les permitió ser caballeros con armadura brillante y mostrar hacia mí un trato caballeroso, convirtiéndome así en la princesa. Realmente me sentí hermosa, por dentro y por fuera. 
¿Y qué mujer no quiere ser apreciada así?

Me gustaría que todos los jóvenes hombres y mujeres de mi edad pudieran experimentar relaciones buenas y puras como ésta. Creo que toda chica necesita a un hermano en Cristo que espere de ella que se trate a sí misma con clase y dignidad y tratarla él también como la princesa que es. Quisiera que todas las jóvenes mujeres en el mundo supieran que son un tesoro y esa hermosura de mujer que Dios creó. Yo reto a las jóvenes mujeres de hoy a mostrar menos sus cuerpos y más a sí mismas. La belleza de una mujer fue creada a imagen de Dios, así que glorifiquemos a Dios en nuestros cuerpos y esforcémonos por ser puras en todos los aspectos, de tal manera que llevemos a otros a Cristo.

“¿No saben que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en ustedes y han recibido de
Dios y que no se pertenecen?...” (1Cor 6,1)

Tomado de la Revista Envoy.
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