martes, 4 de marzo de 2014

Clasificaciones.

He continuado la lectura del libro "Tú y Él", ya saben que me pareció espectacular, pues sigo entusiasmada. Hay un capítulo en el cual el Padre Azpiazu realiza una clasificación sobre los hombres que es muy interesante. Se concentra en separarlos entre buenos y malos. A estos últimos los engloba en una suerte de definición de chicos católicos poco o no practicantes y los divide en habladores, reconcentrados, aduladores, etc.

Disiento en un punto, cuando habla de los malos sostiene "prescindo que los haya de verdad, porque quiero hacerte la gracia  de que, o son ellos muy pocos, o a lo menos tales que fácilmente tu instinto cristiano podrá alejarlos." 
Mi disentir radica en la última frase "fácilmente tu instinto cristiano podrá alejarlos."; pues en algunos casos es precisamente el  instinto cristiano de la chica el que hace que se acerque sin dobles intenciones a un varón "descarriado". 
Tal vez la misma caridad que hace que una buena chica católica brinde su amistad la hace pararse delante del problema. Con esto no quiero decir que no hay que brindarle la amistad, apoyo o compañía a quien no se encuentre en la Fé, pues de esa manera no estaríamos "llevando la buena nueva". Lo que recomiendo es acercar a ese amigo no practicante a un grupo de varones católicos para que ellos realicen la tarea apostólica que no solo evitará que ella se exponga sino que también será mas efectiva, pues entre pares el apostolado suele ser mas simple y fecundo.

Tengamos en cuenta que esta  no es solo una medida de autopreservación, por reconocer que "llevamos tesoros en vasijas de barro" sino un acto de caridad ordenada, ya que remite la creatura (chico descarriado) a su Creador.

Así que chicas, no tengamos miedo en poner distancia, mi opinión personal es que no se puede tener un inicio de noviazgo con un chico que no ama a Dios (seguramente sin culpa propia) pues no podrán exigirsele los sacrificios propios de ese estado. Y tampoco sería justo hacerlo, pues sería como arrojar un pichón desde un árbol y esperar que vuele cuando aun no se le han desarrollado las alas. Aquí es lo mismo. De a poco, con la Gracia de Dios y la voluntad propia irá creciendo en virtudes y será lo que Dios quiera.


¡Nos vemos!

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