"Que la modestia es el ornato más propio del cristiano.
María. (nos dice)
Debes, es verdad, presentarte ante los hombres; pero ten en
cuenta de presentarte dignamente. Al comparecer en público, sea con modestia.
Aprende de Mi, tan hermosa virtud porque te es sobremanera necesaria.
De tal suerte converse con los hombres que nadie me miro
jamás sin grande edificación. Ni fui nunca descompuesta en palabras, ni
destemplada en el tono de vos, ni suelta de lengua, ni desenvuelta en el andar.
Nada, en fin, hubo de indecoroso en mis ademanes, ni ceñudo en mi mirada, ni de malhumorado en mi
semblante. En mi retrato y conversación brilló como un espejo el resplandor de
la castidad y la hermosura de la virtud.
A nadie salteo mal pensamiento viéndome pasear, hacer
oración, comer o trabajar. Antes cuantos me contemplaban movíanse a edificación
y alababan al Señor. Mi hermosura que fue extremada, exhalaba inocencia y olor
de castidad.
No profieras palabras lascivas, porque matan el alma. Déjate
de burlas y donaires; ¿de qué te sirve que rían los demás, si ofenden a su
Divina Majestad en el hermano a quien zahieres?
No derrames la vista acá y allá, porque eso es de necio y
frívolo corazón. Sé mesurado en el andar, como hacen las personas de levantados
pensamientos.
No alces descompasadamente la voz ni rías a carcajadas; mas
la gracia de la modestia campee siempre en tu semblante.
Mejor corregirás a los malos con tu compostura que con la
abundancia de palabras. Si has de hablar, sean tus razones como anzuelos con que atraigas a piedad a los que
te escucharen. Se afable con todos, y los ganarás a todos para Dios.
Si cuantos te vieren se regocijan y bendicen al Padre que está
en los Cielos, y los malos se componen en tu presencia, entonces cree, hijo
mío, que la modestia es en ti como antorcha, que alumbra y vivifica. Imítame a
Mí."
Texto tomado del Capitulo III de "La Imitación de Maria" incluido en "De la Imitación de Cristo", de Tomás de Kempis, Editorial Poblet, Buenos Aires, 1951.
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