lunes, 26 de mayo de 2014

Paz

Santo Tomás (el amor de mi vida) sostiene en la Summa Theologica,  quaestio 29 de la Secunda- Secundae que la paz "es la concordia ordenada" .  
La concordia implica unión de voluntades, de lo que se deduce que para obtener la paz tengamos que hallar la concordia, que lleva con sigo tranquilidad. Pero ¿de qué voluntades? Obviamente depende esto, de la paz que uno busque.
El hombre tiende irremediablemente hacia Dios, por lo cual podría decirse que la paz se hallará una vez que logremos la concordia entre la voluntad propia y la de Dios, por definición, esa concordia será ordenada porque como creaturas nos ordenamos (es decir, nos dirigimos, nos alineamos) al último fin, el Creador.

Esto, uno, intelectualmente lo capta con mayor o menor rapidez, el problema es trasladar la idea al plano volitivo. Entonces las cosas se vuelven complicadas y ahí aparecen los "tironeos" de siempre entre Dios y nosotros.

Hoy, en mi hora del almuerzo pensaba en esto, el razonamiento lógico nos indica que para lograr  la paz de Dios hay que "ordenar la voluntad propia a la voluntad de Dios". 
Pero justo en ese punto surge el tsunami de dudas, ¿qué quiero yo? ¿qué quiere Dios? ¿qué quiere de mi? Esas cosas típicas de gente que necesita rezar mas (hago el mea culpa). 
Entonces uní esa idea a algo que me dijo un sacerdote amigo sobre el tema. Básicamente hay que  dedicarle mas tiempo a la oración cuanto mas ocupados estemos,mas oración.  Porque Dios a veces (vieron como es Él de tierno) quiere que demos ese salto de confianza para correr hacia nosotros y confortarnos. 
Entonces,  ¡recemos mas! 

Se viene el mes del Sagrado Corazón, estaría bueno (por esto se entiende, piadoso) dedicarle algo mas de lo habitual a Él. 
¡Confiemos mas a pesar de los tironeos y tribulaciones!

¡Nos vemos!

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