domingo, 23 de febrero de 2014

Buen consejo....

Empecé a leer un libro titulado "Tú y Él" del Padre Joaquìn  Azpiazu, SJ. Suelo tener un vinculo personal con cada libro, a este lo rescaté de la biblioteca de mi antigua parroquia. Cuando leí el titulo pensé que trataba de la relación de un alma con Cristo, me dio esa impresión, luego, el indice no decía nada que me hiciera sospechar lo contrario. Comenzando con la lectura este resulto tratar de como una chica católica debe elegir a su novio y luego esposo según la voluntad de Dios.¡Me encantó! Previo a eso, trata de como debe ser esta mujer y cuales son las faltas mas comunes que una joven comete al despertar en ella, esos deseos de agradar al varón que nacen con la juventud.
Transcribo unas lineas mas que interesantes, que resultan ser un bello consejo para almas delicadas.

"(...) es que, a veces, el deseo de agradar la misma coquetería femenil que impulsa a querer y ser querida, a mirar y ser vista, la misma ansia de  tu corazón que pide cariño y cree encontrarle así, apareciendo, mirando, sonriendo, tocando, te lleva después, en la soledad reflexiva, a pensar con tristeza acerca de lo hecho.
(...) te gusto, naturalmente el alago, y le procuraste y le buscaste, y te vino luego el escrúpulo y el miedo. 
Comprendido: todo aquello mídelo por un rasero: fue -lo has dicho- coquetería, y ella entra como parte demoledora de una virtud muy hermosa y muy cristiana, que es a su vez una parte potencial de otra. Me refiero a la MODESTIA, parte de la TEMPLANZA. ¡Todo se ha resumido en una falta leve-muy leve muchas veces- de modestia! No ha habido mas. Una manchita de esas que se quitan  con la bencina del agua bendita o con esponja de un "Yo pecador", dicho fervorosamente antes de comulgar: una falta de las que te hacen aparecer ante Dios un poco desagradecida después de los muchos favores que de ÉL has recibido, pero nada mas. A cada cosa hay que darle su nombre y a todo ese ovillo de coquetería que se destrenza en sonrisas tontas, en palabritas cariñosas, en miradas halagadoras, en vestidos atrayentes, en vanidades mundanas, dale el suyo propio de falta de modestia, y trátela como tal. Odiala, si, porque afea y mancha, y puede llevarte a  mayores males (...)"

¡Espero que sea de provecho!
¡Nos vemos!

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